El estrés es un estado de tensión física y emocional que experimenta una persona como reacción a una estímulo o presión, ya sea real o imaginario. Hoy les presento un caso de estrés simulando otras enfermedades.
Estrés, el simulador de enfermedades
¿Y quién no se ha estresado alguna vez?, todos en algún momento vivimos situaciones que nos hacen perder la cabeza, literalmente.
En algunas personas el estrés va mucho más allá, ya que somatizan sus pensamientos y comienzan a presentar síntomas de todo tipo, desde dolores de cabeza, dolores de espalda, hasta dolor en el pecho con sensación de muerte.
Durante mi rural tuve muchos casos así. Acudían por múltiples síntomas difusos, que desorientan a cualquiera, hasta que le haces una pregunta clave:
"¿Paso o cambio algo en la casa?"
Algunos ponen cara de extrañados, y responden que no, pero unos segundos después dicen: "bueno, doctor si pasa algo".
Después de esto, comienzan a descargarse, algunos incluso entre lágrimas: se murió un familiar, terminó con la pareja, un hijo rebelde, perdió el trabajo, se va del país un familiar (algo muy de moda en mi país, lamentablemente), etcétera.
Un paciente estresado
Recuerdo un paciente que tuvimos mi compañera y yo en el ambulatorio, más de ella que mío, porque ella lo vio en más oportunidades.
Si mal no recuerdo, la primera vez lo recibí yo, un paciente de unos 25 años que acudía por presentar mareos.
Su examen físico era normal, un poco de sobrepeso, pero nada exagerado. Le indique los exámenes de rutina, incluyendo hematologia completa y perfil lipídico (colesterol y triglicéridos).
Unos días después volvió con los exámenes y lo recibió mi compañera. Tenía colesterol y triglicéridos algo elevados, ella le explicó que esto podría estar causando los mareos y le indico hipolipemiantes y dieta.
Le dio una charla de más o menos una hora de nutrición y sobrepeso, lo que debía y no debía comer, el paciente se fue muy agradecido y dispuesto a hacer lo dicho por la doctora.
El estrés simulando un infarto
Unas guardias después, en horas de la noche, volvió nuestro paciente con dolor precordial y hormigueo en brazo izquierdo.
Lo primero era pensar en un síndrome coronario agudo, sin embargo, no podíamos saberlo porque no contábamos con electrocardiograma, pero sus signos eran normales y después que hablamos con él, el dolor había pasado.
Mi compañera le indico el electrocardiograma y lo refirió con un internista o un cardiólogo. Unas semanas después, regresó.
Había idos con dos cardiólogos, le habían hecho pruebas de esfuerzo, holter, mapa, ecocardiograma y todo estaba normal, sin embargo, sus síntomas seguían.
Ese día lo vimos juntos, nos dijo que a veces le daba el dolor en el pecho con dificultad para respirar, además tenía dolores en distintas articulaciones, seguía a veces con los mareos, y hormigueo en ambos brazos, pero le daban y se le quitaban solos.
Ese día le pedimos que volviera en 5 días, que investigaríamos un poco, sobre sus síntomas y lo ayudaríamos a encontrar la mejor solución.
Diagnóstico del paciente
Mi compañera pensó en algo inmunológico, yo pensé más en algo psicológico. Buscamos en Internet y conseguí algo que casi confirma mis sospechas, solo teníamos que hacerle algunas preguntas más para confirmar el diagnóstico.
Le envié a mi compañera lo que había encontrado, pero a ella no le convencía. Pasaron los 5 días y volvió con nosotros, le tenía confianza a estos jóvenes médicos.
Le pregunté si tenía algún motivo para estar estresado, nos dijo que no, ese día vino con la esposa y sus dos hijas, creo que a pesar de que él decía que no, de un modo u otro, esta carga podía ser motivo de estrés para cualquier venezolano hoy en día.
Le preguntamos por otros síntomas, y nos mencionó que había notado que se le estaba cayendo el cabello, tenía insomnio, y tenía una manchas en el cuello, además nos comentó que su madre usaba medicamentos para controlar la ansiedad.
Nuestro diagnóstico final fue un trastorno de ansiedad generalizada, todos estos síntomas de nuestro paciente estaban inducidos por la angustia.
Después de comentarle esto, se dio cuenta de que eso era lo que le estaba pasando, nos dio las gracias y se fue con su familia; no pudimos determinar porque específicamente su salud mental estaba alterada, pero lo orientamos un poco y lo referimos a un psiquiatra.
Conoce aquí cuando debes acudir al psiquiatra.
Este es un ejemplo de como el estrés y la ansiedad nos pueden jugar una mala pasada y que las enfermedades psiquiátricas están allí, a veces muy ocultas, y solo una buena anamnesis y una buena relación médico paciente nos ayudará a diagnosticarla.
Todos los días hay motivos para estresarnos y muchos de los pacientes van más buscando alguien con quien conversar, que por alguna dolencia en especial.
Ayudemos a nuestros pacientes a descargarse, ¿a quien no le cae bien conversar sus problemas?
Si te gusto este artículo compártelo en tus redes sociales y dejame tu comentario…