Una paciente especial

sábado, 29 de julio de 2017

paciente especial
     Todos tenemos esos pacientes que nunca olvidamos y que siempre quedarán en nuestra memoria. 

Ya sea por marcar un evento especial, porque hicimos una relación más fuerte con ellos, porque pasamos mucho tiempo junto a ellos, porque nos enseñaron lecciones importantes o simplemente por lo especial que son.

     En mi camino recorrido en este mundo de la medicina, desde que era un estudiante hasta el día de hoy, me he topado con toda clase de pacientes. 

A muchos de ellos los recuerdo con mucho cariño y admiración, son muy pocos los pacientes con los que he tenido problemas y espero que siga así jeje.

   Hoy hablaré de una paciente muy especial para mí, fue la primera paciente con la que tuve esa verdadera relación médico-paciente. 

    Durante la pasantía por medicina interna en cuarto año, teníamos que escoger una cama y ese sería nuestro paciente de todos los días. 

    Teníamos que tomarle los signos vitales y las muestras, hacerle evolución diaria, y presentarlo en la revista médica.

    También estaban los estudiantes de quinto año y la cama que me tocó, fue compartida, pero solo por unos pocos días, ya que pronto les tocaba rotar. 

    Justo en esos días, la universidad entró en paro de clases por presupuesto, la chica de quinto año tenía días con la paciente, así que me explicó que tenía la señora y que tenía que hacer.

     Todos los días iba a la sala de mujeres de medicina interna a ver a mi paciente, le tomaba los signos, la muestra de sangre del día (si tocaba) y la presentaba en la revista. 

    Como era una paciente conocida, no tenía que presentar el caso completo, solo la evolución.

      Bueno, he hablado y hablado, y aún no les presento a mi paciente: 

    Era una señora de unos cincuenta y tantos años, morena, bajita, con desnutrición leve a moderada. 

    Estaba hospitalizada por una infección respiratoria, recuerdo que tenía una traqueotomía, por lo que no podía hablar mucho y lo poco que decía no se le entendía.

    Cuando yo la recibí tenía más de dos semanas hospitalizada, incluso había estado en la unidad de cuidados intensivos por un paro respiratorio.

     Como les comente, la universidad se paró en esos días, por lo que la pasantía por medicina interna se prolongó unos días más. 

    Ya no solo le tomaba las muestras a mi paciente, sino que colaboraba con otras camas. Pero siempre mi mayor atención era con Aracelis Garcia, mi paciente.

     Siempre que me veía llegar en su cara se dibujaba una sonrisa que no olvido, aunque le duraba hasta que le tenía que tomar la muestra de sangre, pero no le gustaba que más nadie se la tomara. 

    Poco a poco fue mejorando, los roncus y crepitantes del comienzo, fueron desapareciendo poco a poco y ya lograba articular una que otra palabra.

    En una de las revistas, la adjunto de la sala dijo que Aracelis se podía ir a su casa. 

    En ese momento le di mi mano y ella me la apretó como diciendo gracias a Dios, por fin me iré. 

    Al finalizar la revista fui donde mi paciente, me intentaba decir algo, pero no le entendía, después me hizo gestos para que le prestara papel y lápiz.

     Tenía era mi libreta de anotaciones, que la llevaba para todos lados y allí plasmó estas palabras que guardo y recuerdo con mucho cariño:
paciente especial
La parte de arriba es textual la letra de ella, la de abajo es mi letra que la transcribí nuevamente porque se estaba borrando.
     Dice así: Mi nombre es Aracelis. Espero que le vaya bien y logres todas tus metas y si Dios me permite quisiera que lo lograras, no es fácil, pero si puedes. Cuídate y para adelante.

    Le di un abrazo y me despedí de ella, unos días después la vi nuevamente, ya mucho mejor y hablando.

    Me dio las gracias por la atención que le di y me deseó buena suerte en mi camino, que sería un buen médico.

    Quiero agradecer a cada uno de mis pacientes, todos me enseñan siempre algo nuevo y me ayudan a ser mejor persona y mejor médico, gracias a todos...

    ¿Tú qué dices de tus pacientes?

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